Sada Abe: Una Lectura Psicoanalítica del "Complejo de Salomé" y la Transgresión de lo Real

 
La historia de Sada Abe —la geisha japonesa que en 1936 asesinó a su amante Kichizo Ishida, seccionó sus genitales y los llevó consigo como reliquia— trasciende lo criminal para convertirse en un *caso-límite* que interroga las fronteras entre deseo, violencia y cultura. Etiquetada por la psiquiatría forense de su época como portadora de un "complejo de Salomé" (en referencia a la figura bíblica que exigió la cabeza de Juan Bautista), su acto ha sido leído como una metáfora siniestra de la pulsión de muerte, la castración simbólica y la rebelión contra el orden patriarcal. Este ensayo propone un análisis desde múltiples tradiciones psicoanalíticas, integrando las contribuciones de Freud, Klein, Lacan, Pichon-Rivière y otros, para desentrañar las capas inconscientes de su gesto.  
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### **1. **Erotismo y Thanatos: Lecturas Freudianas y Ferenczianas**  
**Sigmund Freud**, en *Más allá del principio del placer* (1920), postuló la coexistencia de Eros y Thanatos en el psiquismo. El acto de Sada —matar al objeto amado para poseerlo eternamente— encarna esta dialéctica: el estrangulamiento durante el coito fusiona el clímax sexual con la aniquilación, realizando una *unio mystica* perversa. **Sandor Ferenczi**, en *Thalassa* (1924), vinculó los genitales con el anhelo de regresión al útero materno. La amputación del pene de Ishida podría interpretarse como un intento de internalizar el falo, no como símbolo de potencia, sino como *objeto transicional* (Winnicott) que mitiga la angustia de separación.  
**Otto Rank**, en *El trauma del nacimiento* (1924), asoció la ansiedad al desgarro primordial de la separación materna. Sada, al conservar los genitales de Ishida, recrea un fetiche que niega la pérdida, encapsulando al amante en una eternidad pre-edípica.  
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### **2. **Envidia, Objetos Parciales y la Sombra Kleiniana**  
**Melanie Klein**, en *Envidia y gratitud* (1957), describió cómo el pecho materno deviene objeto de envidia destructiva cuando se percibe como inaccesible. Sada, en su obsesión por Ishida —un hombre casado que no podía ser totalmente suyo—, destruye el "pecho fálico" que la frustra. La mutilación post mortem refleja una fantasía sadiana de control sobre el objeto parcial (el pene como *objeto bueno* idealizado), evitando su deterioro por el tiempo o la infidelidad.  
**Wilfred Bion**, desde su teoría de la contención, hubiera interpretado el acto como un fracaso del aparato psíquico para metabolizar emociones catastróficas. La incapacidad de Sada para tolerar la ambivalencia (amor/odio) hacia Ishida desbordó en un *acting out* que colapsó la frontera entre fantasía y realidad.  
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### **3. **Lacan: El Acto como Pasaje al Real**  
Para **Jacques Lacan**, el asesinato de Ishida es un *passage à l'acte*: una irrupción en lo Real que evade la mediación simbólica. Al cortar el pene, Sada no solo destruye el falo como significante de la falta, sino que intenta apoderarse de la *jouissance* imposible, aquella que escapa al lenguaje. **Françoise Dolto**, desde su enfoque en la imagen corporal, vería aquí una identificación delirante: Sada se apropia del genital como prótesis imaginaria, intentando completar su propia castración simbólica.  
El "complejo de Salomé" —término acuñado por la prensa sensacionalista— resulta engañoso. Salomé demanda una cabeza como trofeo bajo el mandato materno (Herodías), mientras que Sada actúa desde una lógica privada donde el falo amputado es tanto un *objeto a* lacaniano (resto de lo real) como un fetiche que sustituye la ausencia de reciprocidad en el amor.  
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### **4. **Psicoanálisis Argentino: Vínculo y Contexto Social**  
**Enrique Pichon-Rivière**, con su teoría del vínculo, analizaría la relación Sada-Ishida como una *estructura diabólica*: un lazo simbiótico donde la dependencia mutua devino destructiva. En el Japón de los años 30, donde la sexualidad femenina estaba rigidamente regulada, su romance transgressor —Ishida la introdujo en prácticas sadomasoquistas— fue un intento fallido de crear un *ECRO* (Esquema Conceptual Referencial Operativo) alternativo al orden social.  
**Germán García**, desde la tradición lacaniana argentina, señalaría que el síntoma de Sada (el asesinato) fue un mensaje cifrado a la sociedad: una denuncia de la opresión de la mujer, comparable a las histéricas de Freud que hablaban con el cuerpo.  
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### **5. **Institucionalización y Conversión: ¿Reparación o Fracaso?**  
Tras su arresto, Sada fue declarada "neurótica grave" y recluida en un hospital psiquiátrico. **Helene Deutsch**, en *Psicología de la mujer* (1944), clasificaría su caso como "personalidad como si", donde la identidad se construye alrededor de un acting histriónico. Sin embargo, su posterior ingreso a un convento budista sugiere un proceso de sublimación: la disciplina espiritual como intento de expiación, resonando con **Donald Winnicott** y su idea de la *capacidad para estar solo* tras la experiencia traumática.  
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### **6. **Cine y Censura: El Imperio de los Sentidos como Síntoma Social**  
La película *Ai No Corrida* (1976) de Nagisa Oshima, al mostrar sexo explícito y violencia, confrontó el tabú japonés sobre la sexualidad femenina. **Juliet Mitchell**, en *Psicoanálisis y feminismo*, argumentaría que la censura refleja el pánico patriarcal ante la mujer deseante, cuyo goce excede los marcos de la reproducción. Las escenas de Sada estrangulando a Ishida durante el coito visualizan lo que **Jacques-Alain Miller** llamaría *goce femenino*: una satisfacción que desborda el falogocentrismo.  
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**Conclusión: Sada Abe o el Enigma del Deseo Femme Fatale**  
El caso Sada Abe no es una aberración, sino un síntoma extremo de las contradicciones entre deseo individual y orden social. Su gesto, leído desde Freud hasta Lacan y Pichon-Rivière, revela cómo la pulsión de muerte puede entrelazarse con el Eros hasta volverlos indistinguibles. Más que una "Salomé moderna", Sada encarna la tragedia de un sujeto que, al confrontar la imposibilidad de poseer al Otro, destruye la realidad misma. Su legado, entre el escándalo y la leyenda, sigue interrogando los límites de lo decible en psicoanálisis y cultura.

Psicodrama y Psicoanálisis: Tensión Histórica, Resistencias Institucionales y la Sombra de lo Grupal



La reticencia del psicoanálisis ortodoxo hacia el psicodrama y las terapias grupales no es un mero desacuerdo técnico, sino un síntoma de lo que podríamos llamar *la neurosis de la institución analítica*. Esta resistencia —teñida de desdén paternalista hacia prácticas consideradas "menores"— revela una estructura defensiva arraigada en el núcleo del discurso freudiano y lacaniano. Para desentrañar esta dinámica, es necesario interrogar tanto las divergencias epistemológicas entre Freud y Moreno como los fantasmas de contaminación que persiguen a una disciplina que se erigió, desde sus orígenes, como un saber *solitario* frente a las masas.  
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### **1. Freud vs. Moreno: Dos Humanismos en Espejo, Dos Destinos en Pugna**  
Sigmund Freud y Jacob Levy Moreno, ambos médicos judíos vieneses, compartieron un horizonte histórico: la Viena finisecular, crisol de crisis identitarias y revoluciones científicas. Sin embargo, sus caminos divergieron radicalmente. Freud apostó por la intimidad del diván, la asociación libre y la escucha del inconsciente *individual*; Moreno, influenciado por la filosofía dialógica de Martin Buber —su concepto del *encuentro* (Ich-Du) como fundamento relacional—, exploró la teatralidad del cuerpo, la catarsis grupal y la puesta en acto de los conflictos en el *aquí y ahora*.  
Para Freud, la masa disuelve al sujeto en identificaciones regresivas (*Psicología de las masas y análisis del yo*, 1921). Moreno, en cambio, vio en el grupo un espacio de creación donde lo reprimido se despliega mediante la acción. Esta divergencia no es casual: el psicoanálisis se constituyó como dispositivo *anti-masivo*. El ritual del diván —con su regla de abstinencia y su énfasis en la palabra— fue una respuesta al histrionismo de la hipnosis. Rechazar el psicodrama implica, así, una postura *ética*: actuar el conflicto en lugar de simbolizarlo equivaldría a regresar a la escena pre-freudiana, donde el síntoma se exorciza en vez de leerse.  
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### **2. Lacan y lo Imaginario: Crítica y Paradoja**  
Jacques Lacan radicalizó esta tensión al priorizar lo *simbólico* (estructura significante) sobre lo *imaginario* (identificaciones y duelos especulares). En *La transferencia* (1960-1961), advirtió que el psicodrama, al operar en lo imaginario, refuerza las ilusiones del yo. Sin embargo, Lacan mismo utilizó recursos teatrales en sus seminarios —juegos de palabras, estilo performativo— para subvertir el discurso académico. Esta ambivalencia delata un rechazo a admitir que lo imaginario puede ser un *medio* para acceder a lo simbólico.  
La resistencia al psicodrama, entonces, no es solo teórica: es una defensa ante lo que amenaza la pureza del método lacaniano —la corporalidad, las transferencias laterales, la multivocidad grupal—. Como señaló Silvia Ons, el psicoanálisis teme que lo grupal exponga su dependencia de rituales dogmáticos (controles didácticos, sociedades cerradas) que replican dinámicas sectarias.  
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### **3. Pichon-Rivière y el ECRO: Un Puente Saboteado**  
Enrique Pichon-Rivière, psicoanalista argentino, intentó sintetizar psicoanálisis y psicodrama mediante su *Esquema Conceptual, Referencial y Operativo* (ECRO). Para él, el grupo era un "organismo vivo" donde el inconsciente se actualiza en vínculos concretos. Su concepto de *portavoz* —quien expresa conflictos grupales inconscientes— revolucionó la psicología social. Sin embargo, su legado fue marginalizado: la ortodoxia psicoanalítica lo acusó de "contaminar" la transferencia con lo social, mientras la psicología social lo tildó de reduccionista.  
Pichon-Rivière tocó un nervio: al afirmar que "el sujeto es sano en la medida en que aprehende la realidad", cuestionó el axioma freudiano de la neurosis como destino universal. Su enfoque operativo —priorizar la acción sobre la interpretación— desestabilizó la hegemonía del diván, revelando que la resistencia al psicodrama es también *política*.  
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### **4. Anzieu, Kaës y el Inconsciente Grupal: Herejías Lacanianas**  
Didier Anzieu y René Kaës, en el *CEFRAP* (Centro de Estudios Freudianos de Investigación y Acción Psicológica), exploraron cómo los procesos inconscientes trascienden al individuo. Kaës propuso que el grupo es un *aparato psíquico* autónomo, estructurado por *alianzas inconscientes* y *pactos denegativos*. Su análisis del *complejo fraterno* —rivalidad y solidaridad previas al Edipo— desafiaba el paradigma lacaniano centrado en el Nombre-del-Padre.  
Lacan, al priorizar lo simbólico, ignoró estas contribuciones. Para él, el psicodrama era una regresión a la hipnosis. Sin embargo, Kaës y Anzieu demostraron que la dramatización grupal puede desbloquear significantes enquistados, facilitando su elaboración en la cura individual. Su marginación por el establishment lacaniano no fue teórica, sino *institucional*: al cuestionar el monopolio del diván, desafiaron las bases del poder analítico.  
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### **5. Pavlovsky y el Cuerpo como Territorio Político**  
Patricio Pavlovsky, psiquiatra argentino, fusionó psicodrama y psicoanálisis en su trabajo con víctimas de tortura. Para él, el cuerpo no es un mero soporte del síntoma, sino un *campo de batalla* donde se inscriben las marcas de lo social. En dictaduras, el psicodrama permitió a los sobrevivientes representar lo innombrable, convirtiendo el dolor mudo en acción simbólica. Su práctica —heredera de Pichon-Rivière— confrontó al psicoanálisis con su propio miedo: que lo real no pueda ser domesticado por el significante.  
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### **6. Martin Buber y Moreno: El Encuentro como Fundamento**  
La omisión de Martin Buber en la crítica al psicodrama es sintomática. Su filosofía del *encuentro* (Ich-Du) influenció a Moreno al postular que la relación dialógica precede al individuo. Para Buber, el "yo" solo existe en vínculo con un "tú", idea que Moreno tradujo en técnicas donde la catarsis grupal restaura la conexión perdida. Este enfoque choca con el psicoanálisis, que privilegia la introspección sobre la comunión. La resistencia a Buber revela un tabú más profundo: admitir que el inconsciente no es un territorio privado, sino una red intersubjetiva.  
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### **7. La Sombra de las Sectas: Ortodoxia como Dispositivo de Poder**  
El psicoanálisis ha replicado dinámicas sectarias —exclusión de herejes, rituales de iniciación— desde sus inicios. Alfredo Silletta, en *Las sectas del siglo XXI*, advierte que las instituciones lacanianas operan como *sectas secularizadas*, purgando ideas "impuras". Kaës, Anzieu y Pichon-Rivière fueron víctimas de este mecanismo: su insistencia en validar lo grupal amenazaba la identidad cerrada del psicoanálisis. La ironía es que Freud mismo fue un *bricoleur* que tomó préstamos de la biología y la mitología.  
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### **8. Hacia una Ética de la Hibridación: ¿Autopreservación o Muerte?**  
La pregunta crucial es qué pierde el psicoanálisis al aferrarse a su pureza. Jacques-Alain Miller diría que pierde un *goce*: el privilegio de nombrar lo innombrable. Pero como sugirió Maud Mannoni, la verdadera ética analítica reside en inventar respuestas al sufrimiento, no en fetichizar métodos. Pavlovsky, Pichon-Rivière y Kaës demostraron que la hibridación no diluye lo simbólico, sino que lo amplía.  
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**Conclusión: El Psicoanálisis ante su Espejo Grupal**  
El rechazo al psicodrama no es un error teórico, sino un *acto fallido institucional*. Delata el deseo inconsciente de preservar al psicoanálisis como un faro inalcanzable. Sin embargo, como enseñó Freud, todo síntoma es una formación de compromiso: bajo la ortodoxia, late el miedo a que, al dialogar con lo grupal, el psicoanálisis descubra que su fuerza no está en la pureza, sino en su capacidad de devenir otro. La invitación es recordar que nació como herejía. Su supervivencia depende de transgredir, una vez más, sus propios tabúes.

El Retorno de lo Siniestro: Negación, Perversión y Biopolítica en el Ascenso Global de la Derecha


La resurgencia de movimientos de derecha en el siglo XXI —desde el neofascismo europeo hasta los populismos reaccionarios en América Latina— no puede reducirse a un mero fenómeno político o económico. Se trata, más bien, de una estructura psíquica colectiva que se alimenta de mecanismos inconscientes: la negación freudiana, la perversión lacaniana y la fabricación de recuerdos encubridores. Este ensayo propone un análisis que entrelaza la genealogía foucaultiana del poder con las categorías psicoanalíticas, explorando cómo la derecha contemporánea explota el malestar subjetivo en la era del capitalismo tardío, transformando la angustia en un goce perverso bajo nuevas formas de control biopolítico.  
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### **I. Foucault y el Poder en la Era del Malestar: Biopolítica y Gubernamentalidad Neoliberal**  
Michel Foucault, en *Nacimiento de la biopolítica*, identificó cómo el neoliberalismo no es solo un modelo económico, sino una tecnología de gobierno que produce subjetividades dóciles. La derecha actual, lejos de oponerse al neoliberalismo, lo perfecciona al fusionar el individualismo posesivo con un nacionalismo excluyente. La retórica de la "libertad" se vuelve un dispositivo para naturalizar la desigualdad, mientras el Estado abandona su rol social y se reconvierte en un gendarme moral.  
Jorge Alemán, en *Horror a lo real*, señala que el sujeto neoliberal vive una paradoja: se le exige autonomía, pero se le niega cualquier soporte simbólico. Este vacío es colonizado por la derecha, que ofrece identidades cerradas —raza, nación, religión— como sustitutos de un lazo social fracturado. La "mano invisible del mercado" se combina con el puño visible del autoritarismo, creando una gubernamentalidad que disciplina tanto los cuerpos como los deseos.  
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### **II. La Negación Freudiana y la Producción de Ignorancia Estructurada**  
Freud, en *La negación* (1925), describe cómo el sujeto rechaza reconocer una realidad intolerable, preservando así su equilibrio psíquico. A escala social, la derecha instrumentaliza esta defensa mediante campañas que niegan lo real: el cambio climático es un "engaño", la pandemia una "ficción", la violencia machista un "invento ideológico". Como señala Silvia Ons, esta negación no es simple ignorancia, sino una *producción activa de no-saber*, sostenida por aparatos mediáticos y algoritmos que fragmentan lo simbólico.  
Melanie Klein, desde su teoría de las posiciones, aporta una clave: la negación masiva opera como una regresión a la posición esquizo-paranoide, donde el mundo se divide en buenos y malos. Los migrantes, los feminismos, las disidencias sexuales se convierten en "objetos malos" a expulsar, permitiendo a la masa proyectar su propia fragmentación en un chivo expiatorio.  
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### **III. Perversión Lacaniana y el Líder como Objeto Fetiche**  
Para Lacan, la perversión no es un acto transgresor, sino una estructura que busca sostener la ley desde su transgresión. El líder autoritario encarna esta lógica: se presenta como el único que puede violar las normas "por el bien del pueblo", erigiéndose en garante de un orden que él mismo socava. Donald Trump, Jair Bolsonaro o Viktor Orbán operan como *objetos a*, semblantes que taponan el vacío del Otro (la crisis de las instituciones) y ofrecen un goce obsceno mediante la transgresión espectacularizada.  
Roberto Mazzuca, en *El goce del poder*, subraya que este líder no es un padre simbólico, sino un *padre obsceno* que exige lealtad absoluta mientras exhibe su impunidad. Su perversión reside en convertir la ley en un capricho arbitrario, destruyendo el tejido simbólico que permite la existencia de lo común.  
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### **IV. Recuerdos Encubridores y la Nostalgia Reaccionaria**  
Freud definió los *recuerdos encubridores* como falsas memorias que ocultan traumas insoportables. La derecha fabrica relatos nostálgicos —"Make America Great Again", "La Argentina que no fue"— que enmascaran la violencia histórica (colonialismo, dictaduras) bajo una idealización edulcorada. Estos relatos, como señala Elizabeth Roudinesco, son mitos que sustituyen la complejidad histórica por fábulas identitarias, transformando el duelo imposible por un pasado perdido en rabia contra los supuestos "usurpadores" del presente.  
Octave Mannoni, en *La ilusión colectiva*, explica que toda comunidad se funda en una creencia inconsciente ("sé muy bien, pero aún así..."). La derecha explota esta estructura, promoviendo una *fe en la ilusión*: se sabe que el líder miente, pero se actúa como si encarnara la verdad. Este "como si" pervierte el espacio transicional de Winnicott, donde la cultura debería albergar la creatividad, no el fanatismo.  
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### **V. Biopolítica de la Exclusión: Cuerpos Desechables y el Superyó Neoliberal**  
Foucault analizó cómo el racismo moderno divide la población entre "vidas dignas de ser vividas" y "vidas desechables". La derecha actual lleva esto al extremo: construye muros, criminaliza la pobreza, y medicaliza la disidencia (el "trastorno de género"). El superyó neoliberal, según Alemán, ya no exige sacrificio, sino goce: "¡Disfruta tu precariedad!". Pero cuando este mandato fracasa, el superyó se vuelve sádico, culpabilizando a los excluidos por su propia exclusión.  
Wilhelm Reich, en *Psicología de masas del fascismo*, advirtió que el autoritarismo florece donde hay cuerpos sometidos a una sexualidad represiva. Hoy, la represión es más sutil: no se prohíbe el goce, sino que se lo comercializa y vacía de sentido. La derecha, sin embargo, reactiva un goce *perverso*: el placer de excluir, de humillar, de ver al otro sufrir.  
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### **VI. Hacia una Resistencia desde el Deseo: El Psicoanálisis como Práctica Subversiva**  
Frente a esta maquinaria, el psicoanálisis no puede limitarse a la clínica. Debe, como plantearon Félix Guattari y Suely Rolnik, devenir *analizador social*, desmontando las ficciones que sostienen el poder. Esto implica:  
1. **Develar la falta en el Otro**: Mostrar que el líder no tiene ningún secreto, que su autoridad es un teatro.  
2. **Rehabilitar lo simbólico**: Reconstruir lazos sociales basados en la aceptación de lo incompleto, no en identidades totalizantes.  
3. **Politizar el malestar**: Transformar la angustia individual en crítica colectiva, evitando su captura por discursos reaccionarios.  
Maud Mannoni, en *La educación imposible*, insistió en que solo reconociendo nuestra propia alienación podemos evitar alienar a otros. La derecha triunfa cuando logra que los sujetos amen su servidumbre; la resistencia comienza cuando se atreven a odiarla.  
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**Conclusión: El Porvenir de una Ilusión**  
La derecha no es un retorno al pasado, sino un síntoma de lo que el capitalismo ha hecho con nuestro futuro. Su fuerza radica en convertir el desamparo en resentimiento y la vulnerabilidad en crueldad. Pero como enseñó Freud, incluso la ilusión más arraigada contiene una verdad: la de un deseo insatisfecho. El psicoanálisis, al escuchar esa verdad, puede ayudar a desear de otro modo: no hacia el mito de la comunidad pura, sino hacia un porvenir donde lo común acepte su propia incompletud.

Los Consumos Problemáticos y el Discurso Moral: Una Crítica desde el Psicoanálisis Lacaniano y la Perspectiva de las Sectas



La problemática de los consumos considerados adictivos —drogas, alcohol, tabaco— ha sido históricamente abordada desde un marco moral antes que médico o psicoanalítico. Este enfoque, arraigado en las *mores* (costumbres), opera como un dispositivo de control social que oscurece la complejidad subjetiva del individuo, reduciendo su malestar a una falla ética. Instituciones como Alcohólicos Anónimos (AA), granjas de rehabilitación y centros de contención social, aunque presentados como espacios de ayuda, perpetúan un discurso moralizante teñido de religiosidad, patriarcado y estructuras sectarias. Este ensayo explora cómo esta moralización, junto al auge de prácticas pseudomísticas, refleja una elusión de la dimensión inconsciente y una sustitución del deseo por mandatos alienantes, según la lógica lacaniana.
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### 1. **Moralidad vs. Medicalización: Las *Mores* como Dispositivo de Poder**
Las *mores*, como normas sociales internalizadas, han dictado históricamente lo aceptable o reprochable. El consumo de sustancias, más allá de su impacto fisiológico, se juzga desde códigos morales fluctuantes. Por ejemplo, el alcohol, prohibido en ciertos contextos históricos, hoy se normaliza, mientras otras sustancias se demonizan. Esta inconsistencia revela que la sanción no surge de un análisis objetivo, sino de una negociación simbólica entre poder y tradición.
Jacques Lacan, en su seminario *Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis*, subraya que el sujeto está estructurado por el lenguaje y el orden simbólico. Cuando las instituciones convierten la adicción en un vicio moral, imponen un *discurso del Amo*: un sistema que exige obediencia a un Otro abstracto (Dios, la comunidad, la abstinencia). AA, con su "poder superior", ejemplifica esto: el sujeto debe someterse a una autoridad externa para "sanar", anulando su capacidad de cuestionar el deseo que lo habita.
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### 2. **Granjas de Rehabilitación y Sectas: Control bajo el Manto de la Salvación**
Alfredo Silletta, en sus estudios sobre sectas, identifica mecanismos comunes: aislamiento, despersonalización, y la sustitución de la autonomía por una doctrina única. Las granjas de rehabilitación, a menudo gestionadas por grupos religiosos, replican estos patrones. El adicto es "reeducado" mediante prácticas que niegan su subjetividad: confesiones públicas, obediencia a líderes carismáticos, y la promesa de redención mediante la sumisión. Este proceso, lejos de empoderar, infantiliza al sujeto bajo un régimen paternalista.
Silvia Ons señala que el patriarcado se sostiene en la fantasía de un Otro todopoderoso que garantiza orden. Las instituciones moralizantes, al adoptar este modelo, refuerzan jerarquías de género y clase. La figura del "padre" terapéutico —el consejero, el pastor— encarna este ideal, perpetuando una dinámica donde el sujeto renuncia a su palabra para adoptar la del grupo.
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### 3. **Pseudomística y Pensamiento Mágico: La Huida del Simbólico**
El rechazo a tratamientos médicos o psicoanalíticos en favor de prácticas como el tarot o las constelaciones familiares no es casual. Ambos fenómenos —moralismo y pseudomística— comparten una raíz: la elusión de lo simbólico. Frente a la exigencia lacaniana de confrontar el vacío estructural del sujeto, estas ofertas prometen respuestas inmediatas. El horóscopo o el registro akáshico operan como nuevos *Otros* que colonizan el deseo con relatos prefabricados.
Elizabeth Roudinesco advierte que el auge de lo irracional en la posmodernidad responde a una crisis de las instituciones tradicionales. La terapia junguiana, por ejemplo, al mistificar el inconsciente como un "arquetipo cósmico", sustituye la exploración analítica por un mito tranquilizador. Así, el pensamiento mágico no solo evade la responsabilidad subjetiva, sino que reproduce la lógica sectaria: el individuo delega su malestar en un sistema cerrado de creencias.
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### 4. **Conclusión: Hacia una Ética del Deseo**
La crítica lacaniana no propone descartar toda espiritualidad, sino desenmascarar las estructuras que alienan al sujeto. Frente al discurso moralizante y sus sucedáneos místicos, el psicoanálisis insiste en la ética del bien-decir: asumir la falta constitutiva sin refugiarse en ilusiones totalizantes. Solo así puede emerger un sujeto deseante, capaz de habitar su singularidad sin someterse a los mandatos del Otro.
En un mundo donde el control se ejerce mediante nuevas formas de sugestión, recuperar la radicalidad del psicoanálisis implica resistir tanto la moralina conservadora como las promesas engañosas de lo mágico. Como escribió Lacan, "la única cosa de la que uno puede ser culpable es de haber cedido en su deseo". La verdadera revolución comienza cuando el sujeto se atreve a interrogar, desde su inconsciente, las ficciones que lo gobiernan.