Procrastinación: Más Allá del Autoboicot. Una Crítica Psicoanalítica al Culto de la Productividad Tóxica

1. La Trampa Conductista: Cuando la Procrastinación se Convierte en Pecado Neoliberal 

La narrativa dominante sobre la procrastinación —esa que la reduce a "mala gestión del tiempo" o "falta de disciplina"— es un síntoma de la ideología neoliberal. Autores como **Byung-Chul Han** (aunque no psicoanalista) han denunciado cómo la sociedad del rendimiento patologiza el "no hacer" como fracaso moral. Los enfoques conductistas y pseudocientíficos (ej.: "trucos neurocientíficos para ser productivo") operan como dispositivos de control: convierten la procrastinación en un *defecto individual*, ocultando que es una **resistencia inconsciente** a un sistema que exige productividad constante.  

**Freud**, en *El malestar en la cultura* (1930), ya había señalado que la civilización se sostiene en la represión del deseo. Hoy, procrastinar es un acto fallido de rebelión: el sujeto pospone tareas no por pereza, sino porque intuye que cumplirlas lo aliena aún más.  

2. La Procrastinación como Síntoma: Lo que el Conductismo No Quiere Ver

a) La pulsión de muerte y el goce de fracasar (Freud/Lacan) 

Para **Freud**, la procrastinación podría vincularse a la *pulsión de muerte*: un goce siniestro en sabotearse, en repetir el fracaso como forma de rechazar mandatos sociales. **Lacan** lo radicaliza: procrastinar es un modo de relacionarse con el *objeto a* (aquello que falta). El sujeto no evita la tarea por miedo, sino porque intuye que completarla no colmará su deseo.  

b) La tarea como objeto persecutorio (Melanie Klein) 

**Klein**, desde la posición esquizo-paranoide, diría que la tarea pospuesta se convierte en un *objeto malo*: algo que amenaza con devorar al sujeto. La procrastinación es una defensa maníaca: "Si no lo hago, no existirá".  

c) El falso self y el miedo a la autenticidad (Winnicott)  

**Winnicott** vería aquí un conflicto entre el *falso self* (el "yo productivo" que el sistema exige) y el *verdadero self*. Procrastinar sería un intento desesperado de proteger la autenticidad: "Si no cumplo, al menos no me traiciono".  

3. El Superyó Neoliberal: "Deberías Ser Perfecto, Pero Nunca Lo Serás" 

**Silvia Ons** y **Germán García** han analizado cómo el superyó contemporáneo ya no dice "No debes", sino "¡Deberías poder!". La procrastinación es la respuesta a este mandato imposible: si posponemos, evitamos confrontar que, incluso haciendo la tarea, nunca seremos lo suficientemente buenos.  

**León Rozitchner** añadiría que el sistema capitalista necesita sujetos frustrados: la culpa por procrastinar nos hace consumir más cursos de productividad, apps de organización, terapias express. Es un circuito perverso de culpa y consumo.  

4. La Procrastinación como Acto Político (Inconsciente)  

**Enrique Pichon-Rivière**, desde su teoría del vínculo, interpretaría la procrastinación como un *acto grupal no reconocido*. En una sociedad que glorifica el "hacer", no hacer es una forma de resistencia pasiva. El problema es que, al no ser consciente, esta resistencia se vuelve autodestructiva.  

**Slavoj Žižek** (desde una óptica lacaniana) lo resume así: *"La verdadera obediencia es la rebelión inconsciente"*. Procrastinar no es pereza, sino un rechazo cifrado a un orden que nos explota.  

5. Hacia una Ética Psicoanalítica de la Procrastinación: Dejar de Culpar(se)

Los abordajes conductistas fracasan porque patologizan el síntoma en lugar de interrogarlo. El psicoanálisis propone:  

1. **Leer la procrastinación como mensaje**: ¿Qué conflictos oculta? ¿Qué mandatos rechaza?  

2. **Externalizar la culpa**: No es "tu" falla, sino el síntoma de un sistema que te exige ser máquina.  

3. **Recuperar el deseo**: ¿Quieres hacer esa tarea, o solo crees que *deberías* querer?  

**Marie Langer**, pionera del psicoanálisis crítico, diría que la cura no está en "superar la procrastinación", sino en cuestionar qué ideales nos imponen y por qué los introyectamos.  

Conclusión: La Procrastinación no es el Problema, Sino la Pregunta  

La procrastinación no es un error a corregir, sino un síntoma a descifrar. Cada tarea pospuesta encierra una pregunta inconsciente: *¿Para qué sirve esto? ¿Quién soy si lo hago?*.  

Los enfoques que culpabilizan al sujeto refuerzan el *pensamiento mágico* del neoliberalismo: "Si te esfuerzas, triunfarás". Pero como enseñó **Freud**, el sujeto no es dueño de su propia casa. La procrastinación nos recuerda que, detrás de la fachada del "éxito", hay un deseo que clama ser escuchado.  

Advertencia Final: Este texto no promueve la inacción, sino la reflexión crítica. A veces, procrastinar es el primer paso para dejar de ser cómplice de tu propia explotación.

Referencias Clave  

- Freud, S. (1930). *El malestar en la cultura*.  

- Lacan, J. (1966). *Escritos*.  

- Klein, M. (1957). *Envidia y gratitud*.  

- Winnicott, D. (1965). *Los procesos de maduración y el ambiente facilitador*.  

- Pichon-Rivière, E. (1971). *El proceso grupal*.  

- Han, B. (2010). *La sociedad del cansancio*.  



La Inmersión Digital en el Subte: Una Clínica del Desconecte en la Era del Goce Hiperconectado



### **Introducción: El Vagón como Metáfora del Inconsciente Contemporáneo**  

El vagón del subte, espacio liminal entre lo público y lo privado, encarna las contradicciones de la subjetividad hipermoderna. Pasajeros absortos en pantallas, sordos a músicos callejeros y a la mirada del semejante, enactúan lo que **José Bleger** llamó una *situación grupal ambigua*: cohesión física y fragmentación psíquica. Este ensayo integra perspectivas de la escuela psicoanalítica argentina —desde Pichon-Rivière hasta Germán García— para desentrañar cómo la hiperconexión digital enmascara una desconexión humana radical, transformando el vagón en un *campo analítico* donde se proyectan ansiedades colectivas.  


---


### **I. La Pantalla como Objeto Transicional Perverso**  

**Donald Winnicott** definió el objeto transicional (un peluche) como mediador entre la subjetividad infantil y el mundo externo. El celular cumple esta función para el adulto, pero con una perversión: en lugar de preparar para la autonomía, genera dependencia (**Silvia Ons**). **Jacques Lacan** lo leería como un *objeto a* hipermoderno: fetiche que tapa la falta constitutiva del sujeto, desplazando el deseo hacia contenidos infinitos (redes, memes, noticias).  


**Ángel Garma**, en *La comprensión psicoanalítica de los problemas somáticos*, vincularía el scroll compulsivo a una *defensa maníaca* contra la angustia. El usuario, como el sonámbulo de sus estudios, repite gestos vacíos para eludir conflictos internos. **Germán García** añade que esta dinámica refleja una *política del síntoma* neoliberal: el capitalismo convierte la angustia en consumo de contenidos efímeros.  


---


### **II. FOMO: Melancolía del Like y la Pulsión de Muerte**  

El *Fear Of Missing Out* (FOMO) no es mera ansiedad social; es, como señaló **Melanie Klein**, una defensa maníaca contra la pérdida. El scroll compulsivo imita el duelo interrumpido: se busca un objeto ideal (el "post perfecto") que nunca satisface. **Sigmund Freud**, en *Duelo y melancolía*, advirtió que el melancólico internaliza al objeto perdido. Hoy, internalizamos *likes* y *stories*: **Martha Rosenberg** vería aquí una *identificación proyectiva masiva*, donde el self se fragmenta en avatares digitales.  


**Roberto Mazzuca**, desde su análisis de las formaciones del inconsciente, interpretaría los memes como *equivalentes digitales del sueño*. Circulan como significantes que condensan deseos y angustias colectivas, pero su consumo compulsivo refleja una *pulsión de muerte*: el sujeto se atrapa en un loop de goce vacío.  


---


### **III. La Mirada Evitada: El Otro como Real Amenazante**  

En el vagón, nadie cruza miradas. Para **Lacan**, la mirada es un objeto pulsional que confronta al sujeto con su alienación. Evitarla es eludir lo real del deseo del Otro. **Pichon-Rivière**, desde su *Teoría del vínculo*, diría que esto refleja una *fantasmática de des-encuentro*: el otro es percibido como intrusivo.  


**Ricardo Rodulfo** profundiza: la postura encorvada y las manos aferradas al celular enactúan un *juego sin jugar*, similar al niño que se esconde para no ser visto. Pero aquí, el escondite es patológico y colectivo. **Madeleine y Willy Baranger**, con su teoría del *campo psicoanalítico*, analizarían el vagón como un espacio donde las resistencias individuales (evitar miradas) se entrelazan con fantasías grupales (la ilusión de privacidad en lo público).  


---


### **IV. El Vagón como No-Lugar y Campo Analítico**  

El antropólogo **Marc Augé** definió los *no-lugares* (aeropuertos, shoppings) como espacios de anonimato transitorio. El subte, paradigma de esto, es un *campo psicoanalítico* (**Baranger**) donde se proyectan ansiedades sociales. **José Bleger**, en *Simbiosis y ambigüedad*, explicaría que la pantalla actúa como *encuadre rígido* que sustituye el vínculo humano.  


**León Rozitchner**, crítico de la *gobernabilidad algorítmica*, denunciaría cómo las plataformas digitales imponen una lógica de control: los algoritmos no solo predicen deseos, sino que los fabrican, convirtiendo a los pasajeros en *consumidores de su propia alienación*.  


---


### **V. Música en el Vacío: Arte y Sordera Psíquica**  

Los músicos callejeros, como *analistas salvajes* (**Oscar Masotta**), intentan interrumpir el circuito de goce digital. Pero su arte choca con lo que **Heinrich Racker** llamó *contratransferencia social*: una sordera psíquica ante lo disruptivo. **Néstor Braunstein** vincularía esto con la *pulsión invocante*: al tapar los oídos con auriculares, el sujeto se hace sordo a la llamada del deseo.  


---


### **VI. Clínica de lo Hipermoderno: Hacia una Ética del Reencuentro**  

Frente a este panorama, la escuela psicoanalítica argentina ofrece herramientas:  

- **Enrique Pichon-Rivière** propondría *grupos operativos* en estaciones para reconstruir el vínculo.  

- **Ricardo Etchegoyen** recuperaría la *atención flotante* fuera del diván, entrenando a terapeutas para leer síntomas en espacios públicos.  

- **Silvia Bleichmar** alertaría sobre la *infantilización* del sujeto digital, abogando por intervenciones que fomenten la tolerancia a la frustración.  


**León Grinberg**, desde su *psicoanálisis de la creatividad*, sugeriría usar el arte callejero como dispositivo terapéutico. Mientras, **David Liberman**, estudioso de la comunicación no verbal, entrenaría a pasajeros en el arte de *mirar sin invadir*.  


---


### **Conclusión: Estatuas de Sal en el Laberinto Digital**  

Como Lot en la Biblia, los pasajeros del subte se petrifican ante una mirada que no pueden sostener: la del Otro real. La paradoja es que, al buscar "todo" en la pantalla, pierden lo único real: el encuentro con el semejante.  


El psicoanálisis rioplatense, con su tradición vincular y crítica, ofrece claves para intervenir. Pero primero debe aceptar, como dijo **Mario Rolla**, que *el inconsciente ya no habla solo en sueños: tweetea, postea y hace streaming*. La tarea urgente es descifrar estos nuevos síntomas sin caer en la nostalgia de un diván que ya no existe.  


---


**Referencias Bibliográficas**  

- Augé, M. (1992). *Los no lugares*. Gedisa.  

- Baranger, M. y W. (1961). *La situación analítica como campo dinámico*. Paidós.  

- Bleger, J. (1967). *Simbiosis y ambigüedad*. Paidós.  

- Freud, S. (1917). *Duelo y melancolía*. Amorrortu.  

- Garma, Á. (1966). *La comprensión psicoanalítica de los problemas somáticos*. Nova.  

- Lacan, J. (1966). *Escritos*. Siglo XXI.  

- Klein, M. (1957). *Envidia y gratitud*. Paidós.  

- Mazzuca, R. (2003). *Variaciones sobre el concepto “forclusión”*. Letra Viva.  

- Pichon-Rivière, E. (1971). *El proceso grupal*. Nueva Visión.  

- Rozitchner, L. (2004). *Filosofía y emancipación*. Biblos.  

- Winnicott, D. (1971). *Realidad y juego*. Gedisa.  


*"El vagón del subte es nuestro nuevo diván: un lugar donde lo social se analiza, pero nadie escucha."* — Adaptación de **Jacques-Alain Miller**.

Sada Abe: Una Lectura Psicoanalítica del "Complejo de Salomé" y la Transgresión de lo Real

 

La historia de Sada Abe —la geisha japonesa que en 1936 asesinó a su amante Kichizo Ishida, seccionó sus genitales y los llevó consigo como reliquia— trasciende lo criminal para convertirse en un *caso-límite* que interroga las fronteras entre deseo, violencia y cultura. Etiquetada por la psiquiatría forense de su época como portadora de un "complejo de Salomé" (en referencia a la figura bíblica que exigió la cabeza de Juan Bautista), su acto ha sido leído como una metáfora siniestra de la pulsión de muerte, la castración simbólica y la rebelión contra el orden patriarcal. Este ensayo propone un análisis desde múltiples tradiciones psicoanalíticas, integrando las contribuciones de Freud, Klein, Lacan, Pichon-Rivière y otros, para desentrañar las capas inconscientes de su gesto.  


---


### **1. **Erotismo y Thanatos: Lecturas Freudianas y Ferenczianas**  

**Sigmund Freud**, en *Más allá del principio del placer* (1920), postuló la coexistencia de Eros y Thanatos en el psiquismo. El acto de Sada —matar al objeto amado para poseerlo eternamente— encarna esta dialéctica: el estrangulamiento durante el coito fusiona el clímax sexual con la aniquilación, realizando una *unio mystica* perversa. **Sandor Ferenczi**, en *Thalassa* (1924), vinculó los genitales con el anhelo de regresión al útero materno. La amputación del pene de Ishida podría interpretarse como un intento de internalizar el falo, no como símbolo de potencia, sino como *objeto transicional* (Winnicott) que mitiga la angustia de separación.  


**Otto Rank**, en *El trauma del nacimiento* (1924), asoció la ansiedad al desgarro primordial de la separación materna. Sada, al conservar los genitales de Ishida, recrea un fetiche que niega la pérdida, encapsulando al amante en una eternidad pre-edípica.  


---


### **2. **Envidia, Objetos Parciales y la Sombra Kleiniana**  

**Melanie Klein**, en *Envidia y gratitud* (1957), describió cómo el pecho materno deviene objeto de envidia destructiva cuando se percibe como inaccesible. Sada, en su obsesión por Ishida —un hombre casado que no podía ser totalmente suyo—, destruye el "pecho fálico" que la frustra. La mutilación post mortem refleja una fantasía sadiana de control sobre el objeto parcial (el pene como *objeto bueno* idealizado), evitando su deterioro por el tiempo o la infidelidad.  


**Wilfred Bion**, desde su teoría de la contención, hubiera interpretado el acto como un fracaso del aparato psíquico para metabolizar emociones catastróficas. La incapacidad de Sada para tolerar la ambivalencia (amor/odio) hacia Ishida desbordó en un *acting out* que colapsó la frontera entre fantasía y realidad.  


---


### **3. **Lacan: El Acto como Pasaje al Real**  

Para **Jacques Lacan**, el asesinato de Ishida es un *passage à l'acte*: una irrupción en lo Real que evade la mediación simbólica. Al cortar el pene, Sada no solo destruye el falo como significante de la falta, sino que intenta apoderarse de la *jouissance* imposible, aquella que escapa al lenguaje. **Françoise Dolto**, desde su enfoque en la imagen corporal, vería aquí una identificación delirante: Sada se apropia del genital como prótesis imaginaria, intentando completar su propia castración simbólica.  


El "complejo de Salomé" —término acuñado por la prensa sensacionalista— resulta engañoso. Salomé demanda una cabeza como trofeo bajo el mandato materno (Herodías), mientras que Sada actúa desde una lógica privada donde el falo amputado es tanto un *objeto a* lacaniano (resto de lo real) como un fetiche que sustituye la ausencia de reciprocidad en el amor.  


---


### **4. **Psicoanálisis Argentino: Vínculo y Contexto Social**  

**Enrique Pichon-Rivière**, con su teoría del vínculo, analizaría la relación Sada-Ishida como una *estructura diabólica*: un lazo simbiótico donde la dependencia mutua devino destructiva. En el Japón de los años 30, donde la sexualidad femenina estaba rigidamente regulada, su romance transgressor —Ishida la introdujo en prácticas sadomasoquistas— fue un intento fallido de crear un *ECRO* (Esquema Conceptual Referencial Operativo) alternativo al orden social.  


**Germán García**, desde la tradición lacaniana argentina, señalaría que el síntoma de Sada (el asesinato) fue un mensaje cifrado a la sociedad: una denuncia de la opresión de la mujer, comparable a las histéricas de Freud que hablaban con el cuerpo.  


---


### **5. **Institucionalización y Conversión: ¿Reparación o Fracaso?**  

Tras su arresto, Sada fue declarada "neurótica grave" y recluida en un hospital psiquiátrico. **Helene Deutsch**, en *Psicología de la mujer* (1944), clasificaría su caso como "personalidad como si", donde la identidad se construye alrededor de un acting histriónico. Sin embargo, su posterior ingreso a un convento budista sugiere un proceso de sublimación: la disciplina espiritual como intento de expiación, resonando con **Donald Winnicott** y su idea de la *capacidad para estar solo* tras la experiencia traumática.  


---


### **6. **Cine y Censura: El Imperio de los Sentidos como Síntoma Social**  

La película *Ai No Corrida* (1976) de Nagisa Oshima, al mostrar sexo explícito y violencia, confrontó el tabú japonés sobre la sexualidad femenina. **Juliet Mitchell**, en *Psicoanálisis y feminismo*, argumentaría que la censura refleja el pánico patriarcal ante la mujer deseante, cuyo goce excede los marcos de la reproducción. Las escenas de Sada estrangulando a Ishida durante el coito visualizan lo que **Jacques-Alain Miller** llamaría *goce femenino*: una satisfacción que desborda el falogocentrismo.  


---


**Conclusión: Sada Abe o el Enigma del Deseo Femme Fatale**  

El caso Sada Abe no es una aberración, sino un síntoma extremo de las contradicciones entre deseo individual y orden social. Su gesto, leído desde Freud hasta Lacan y Pichon-Rivière, revela cómo la pulsión de muerte puede entrelazarse con el Eros hasta volverlos indistinguibles. Más que una "Salomé moderna", Sada encarna la tragedia de un sujeto que, al confrontar la imposibilidad de poseer al Otro, destruye la realidad misma. Su legado, entre el escándalo y la leyenda, sigue interrogando los límites de lo decible en psicoanálisis y cultura.

Psicodrama y Psicoanálisis: Tensión Histórica, Resistencias Institucionales y la Sombra de lo Grupal



La reticencia del psicoanálisis ortodoxo hacia el psicodrama y las terapias grupales no es un mero desacuerdo técnico, sino un síntoma de lo que podríamos llamar *la neurosis de la institución analítica*. Esta resistencia —teñida de desdén paternalista hacia prácticas consideradas "menores"— revela una estructura defensiva arraigada en el núcleo del discurso freudiano y lacaniano. Para desentrañar esta dinámica, es necesario interrogar tanto las divergencias epistemológicas entre Freud y Moreno como los fantasmas de contaminación que persiguen a una disciplina que se erigió, desde sus orígenes, como un saber *solitario* frente a las masas.  


---


### **1. Freud vs. Moreno: Dos Humanismos en Espejo, Dos Destinos en Pugna**  


Sigmund Freud y Jacob Levy Moreno, ambos médicos judíos vieneses, compartieron un horizonte histórico: la Viena finisecular, crisol de crisis identitarias y revoluciones científicas. Sin embargo, sus caminos divergieron radicalmente. Freud apostó por la intimidad del diván, la asociación libre y la escucha del inconsciente *individual*; Moreno, influenciado por la filosofía dialógica de Martin Buber —su concepto del *encuentro* (Ich-Du) como fundamento relacional—, exploró la teatralidad del cuerpo, la catarsis grupal y la puesta en acto de los conflictos en el *aquí y ahora*.  


Para Freud, la masa disuelve al sujeto en identificaciones regresivas (*Psicología de las masas y análisis del yo*, 1921). Moreno, en cambio, vio en el grupo un espacio de creación donde lo reprimido se despliega mediante la acción. Esta divergencia no es casual: el psicoanálisis se constituyó como dispositivo *anti-masivo*. El ritual del diván —con su regla de abstinencia y su énfasis en la palabra— fue una respuesta al histrionismo de la hipnosis. Rechazar el psicodrama implica, así, una postura *ética*: actuar el conflicto en lugar de simbolizarlo equivaldría a regresar a la escena pre-freudiana, donde el síntoma se exorciza en vez de leerse.  


---


### **2. Lacan y lo Imaginario: Crítica y Paradoja**  


Jacques Lacan radicalizó esta tensión al priorizar lo *simbólico* (estructura significante) sobre lo *imaginario* (identificaciones y duelos especulares). En *La transferencia* (1960-1961), advirtió que el psicodrama, al operar en lo imaginario, refuerza las ilusiones del yo. Sin embargo, Lacan mismo utilizó recursos teatrales en sus seminarios —juegos de palabras, estilo performativo— para subvertir el discurso académico. Esta ambivalencia delata un rechazo a admitir que lo imaginario puede ser un *medio* para acceder a lo simbólico.  


La resistencia al psicodrama, entonces, no es solo teórica: es una defensa ante lo que amenaza la pureza del método lacaniano —la corporalidad, las transferencias laterales, la multivocidad grupal—. Como señaló Silvia Ons, el psicoanálisis teme que lo grupal exponga su dependencia de rituales dogmáticos (controles didácticos, sociedades cerradas) que replican dinámicas sectarias.  


---


### **3. Pichon-Rivière y el ECRO: Un Puente Saboteado**  


Enrique Pichon-Rivière, psicoanalista argentino, intentó sintetizar psicoanálisis y psicodrama mediante su *Esquema Conceptual, Referencial y Operativo* (ECRO). Para él, el grupo era un "organismo vivo" donde el inconsciente se actualiza en vínculos concretos. Su concepto de *portavoz* —quien expresa conflictos grupales inconscientes— revolucionó la psicología social. Sin embargo, su legado fue marginalizado: la ortodoxia psicoanalítica lo acusó de "contaminar" la transferencia con lo social, mientras la psicología social lo tildó de reduccionista.  


Pichon-Rivière tocó un nervio: al afirmar que "el sujeto es sano en la medida en que aprehende la realidad", cuestionó el axioma freudiano de la neurosis como destino universal. Su enfoque operativo —priorizar la acción sobre la interpretación— desestabilizó la hegemonía del diván, revelando que la resistencia al psicodrama es también *política*.  


---


### **4. Anzieu, Kaës y el Inconsciente Grupal: Herejías Lacanianas**  


Didier Anzieu y René Kaës, en el *CEFRAP* (Centro de Estudios Freudianos de Investigación y Acción Psicológica), exploraron cómo los procesos inconscientes trascienden al individuo. Kaës propuso que el grupo es un *aparato psíquico* autónomo, estructurado por *alianzas inconscientes* y *pactos denegativos*. Su análisis del *complejo fraterno* —rivalidad y solidaridad previas al Edipo— desafiaba el paradigma lacaniano centrado en el Nombre-del-Padre.  


Lacan, al priorizar lo simbólico, ignoró estas contribuciones. Para él, el psicodrama era una regresión a la hipnosis. Sin embargo, Kaës y Anzieu demostraron que la dramatización grupal puede desbloquear significantes enquistados, facilitando su elaboración en la cura individual. Su marginación por el establishment lacaniano no fue teórica, sino *institucional*: al cuestionar el monopolio del diván, desafiaron las bases del poder analítico.  


---


### **5. Pavlovsky y el Cuerpo como Territorio Político**  


Patricio Pavlovsky, psiquiatra argentino, fusionó psicodrama y psicoanálisis en su trabajo con víctimas de tortura. Para él, el cuerpo no es un mero soporte del síntoma, sino un *campo de batalla* donde se inscriben las marcas de lo social. En dictaduras, el psicodrama permitió a los sobrevivientes representar lo innombrable, convirtiendo el dolor mudo en acción simbólica. Su práctica —heredera de Pichon-Rivière— confrontó al psicoanálisis con su propio miedo: que lo real no pueda ser domesticado por el significante.  


---


### **6. Martin Buber y Moreno: El Encuentro como Fundamento**  


La omisión de Martin Buber en la crítica al psicodrama es sintomática. Su filosofía del *encuentro* (Ich-Du) influenció a Moreno al postular que la relación dialógica precede al individuo. Para Buber, el "yo" solo existe en vínculo con un "tú", idea que Moreno tradujo en técnicas donde la catarsis grupal restaura la conexión perdida. Este enfoque choca con el psicoanálisis, que privilegia la introspección sobre la comunión. La resistencia a Buber revela un tabú más profundo: admitir que el inconsciente no es un territorio privado, sino una red intersubjetiva.  


---


### **7. La Sombra de las Sectas: Ortodoxia como Dispositivo de Poder**  


El psicoanálisis ha replicado dinámicas sectarias —exclusión de herejes, rituales de iniciación— desde sus inicios. Alfredo Silletta, en *Las sectas del siglo XXI*, advierte que las instituciones lacanianas operan como *sectas secularizadas*, purgando ideas "impuras". Kaës, Anzieu y Pichon-Rivière fueron víctimas de este mecanismo: su insistencia en validar lo grupal amenazaba la identidad cerrada del psicoanálisis. La ironía es que Freud mismo fue un *bricoleur* que tomó préstamos de la biología y la mitología.  


---


### **8. Hacia una Ética de la Hibridación: ¿Autopreservación o Muerte?**  


La pregunta crucial es qué pierde el psicoanálisis al aferrarse a su pureza. Jacques-Alain Miller diría que pierde un *goce*: el privilegio de nombrar lo innombrable. Pero como sugirió Maud Mannoni, la verdadera ética analítica reside en inventar respuestas al sufrimiento, no en fetichizar métodos. Pavlovsky, Pichon-Rivière y Kaës demostraron que la hibridación no diluye lo simbólico, sino que lo amplía.  


---


**Conclusión: El Psicoanálisis ante su Espejo Grupal**  


El rechazo al psicodrama no es un error teórico, sino un *acto fallido institucional*. Delata el deseo inconsciente de preservar al psicoanálisis como un faro inalcanzable. Sin embargo, como enseñó Freud, todo síntoma es una formación de compromiso: bajo la ortodoxia, late el miedo a que, al dialogar con lo grupal, el psicoanálisis descubra que su fuerza no está en la pureza, sino en su capacidad de devenir otro. La invitación es recordar que nació como herejía. Su supervivencia depende de transgredir, una vez más, sus propios tabúes.